lunes, 10 de septiembre de 2018

El último matador romántico




 Joselito, José Miguel Arroyo, el último matador romántico.

Joselito (Madrid, 1969) se crió en el barrio de La Guindalera de Madrid. Su madre le abandonó
cuando tenía tres años (hoy ni siquiera le pone la cara). A los 12 murió su padre, un hombre que trapicheaba con hachís y cocaína. La casa familiar estaba infectada de esas sustancias. El futuro torero recogía, de hecho, 'las migajas' de esas sustancias para sacarse un dinerillo por su cuenta.

"Nunca", dice. ¿Qué ha aprendido de los éxitos? "Nada, el éxito no me ha enseñado nada. Es el fracaso el que te enseña a ser mejor".
Y el maestro, como bravo que es, se arranca al oírlo. "Me preocupa mucho más el maltrato al ser humano...", argumenta. "Podemos ver en los telediarios a gente que es decapitada, asesinada, violada... Y no veo manifestaciones en la calle, eso me duele, me provoca un dolor enorme". A él, que tantas veces ha mirado a los ojos del toro y se ha empapado con su sangre, le ha tocado explicarle a su hija que no ha visto dolor en la cara del animal. Porque el toro, dice, nace y vive para entregarse en la plaza, como el gladiador. "Es mucho
mejor que muera en el ruedo, en el calor de la batalla, a la luz del sol y no en la oscuridad de un chiquero. Será más crudo pero es más respetuoso con el animal", remata Joselito. Y Alba, su hija antitaurina, al parecer lo ha entendido.

 Era su pasión por el toreo. Aquel niñato vacilón tenía al toro incrustado en la cabeza. Desde la Escuela Taurina de Madrid, apadrinado por su director, Enrique Martín Arranz, se empeñó en ser el primero del escalafón. Algo que acabó consiguiendo. En Las Ventas todavía echan de menos su toreo variado y de raza. Este hombre, que le dio una larga cambiada a su turbio pasado, ahora lo cuenta todo en su autobiografía, Joselito, el verdadero (Espasa).

"Los toros explicados a mi hija" (Ed. Espasa), escrito por el torero José Miguel Arroyo 'Joselito', compralo vale la pena.




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