viernes, 7 de noviembre de 2025

El torero en la armonía de los contrarios a la violencia del toro



El toreo es, definitivamente, la armonía de los contrarios. A la violencia del toro responde el temple del torero; contra el peligro, el valor; ante la movilidad, la quietud; frente a la fuerza, la razón. Y siempre, la despaciosidad. Para ejecutar el toreo, y para contemplarlo, hay que tener los ojos bien abiertos, y la mente en estado de alerta. Pero el artista debe propiciar, a sí mismo y a los demás, la comprensión de la lidia con el supremo don de la lentitud, consecuencia de la serenidad y de la inteligencia más abierta.



El arte de la tauromaquia es, sin duda, una manifestación cultural que encarna la complejidad de la vida y sus contradicciones. En el ruedo, se establece un diálogo tenso y emocionante entre dos antagonistas: el toro y el torero. Este enfrentamiento no solo es físico; es un ballet de emociones y habilidades donde la violencia del animal contrasta con el temple sereno del hombre que lo enfrenta.


En este escenario, el peligro latente exige valentía. El torero, despojado de temores, se enfrenta a la bestia con una elegancia que transforma el acto de matar en una obra de arte. Mientras el toro embiste, la quietud del torero se convierte en la clave para una actuación magistral. La movilidad frenética del animal contrasta con la calma casi poética del matador, quien debe razonar cada movimiento con precisión y destreza.



Así, la tauromaquia se convierte en un reflejo de nuestras propias luchas internas, donde la fuerza bruta del toro simboliza los desafíos de la vida y la razón del torero representa nuestra capacidad de superarlos. Este arte, lleno de tragedia y belleza, nos invita a contemplar la dualidad de la existencia, donde la armonía se encuentra precisamente en la confrontación de los opuestos.

La tauromaquia no es solo un espectáculo público propio de una cultura o un país. El toro y todo lo que conlleva, ha sido desde tiempo inmemorial fuente inspiradora del Arte y por lo tanto de la Cultura.

No se conocen representaciones de seres vivos más antiguas que las del toro y por otro lado, las últimas energías del mayor intérprete artístico de la tauromaquia, Pablo Picasso, estuvieron dedicadas a la efigie de un Matador.



El toreo es presentación por la muerte potencial de sus dos participantes.  En este rito, no hay cianuro ni daga que represente la muerte como en Romeo y Julieta; aquí la muerte es muerte porque el estoque es estoque y la sangre es sangre. Muerte que deviene eucaristía por su significado simbólico: la corrida es el relato de la lucha heroica del hombre contra el animal. 

 El artista, que es el torero, opera por medio de la embestida del toro, que es a la vez su adversario y compañero. Estas dos concepciones —la tauromaquia como lidia o como arte— originaron los dos grandes estilos del toreo. Cada uno obedece a sus propios conceptos de belleza, equilibrio y armonía de movimiento que redundarán en distinta hondura, plasticidad y verdad.



La Fiesta de los Toros, tal como se concibe en la modernidad, ha sido tocada por artistas de distinto signo y en todas las disciplinas expresivas, desde las artes plásticas al cine, pasando por la literatura, sea en su versión narrativa o poética.

Es casi imposible explicar lo que se siente ser taurino.

Pinturas; Humberto Parra

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El torero se viste de luces para enfrentar la muerte como un rito de transformación, donde el traje simboliza la grandeza, la responsabilidad y el coraje. Este atuendo, ricamente bordado con oro, plata y lentejuelas, representa una armadura simbólica que lo prepara para la batalla en la plaza, permitiéndole olvidar su vida personal y asumir el peligro.




lunes, 3 de noviembre de 2025

El Huracán de los Andes en el Último Festejo en la Feria del Seór de los Milagros 2025 en la Plaza de Toros de Acho

 


El Huracán de los Andes en el último festejo en la Feria del Señor de los Milagros 2025 en la Plaza de Toros de Acho



El aire estaba electrificado en la histórica Plaza de Toros de Acho, donde el último festejo de la Feria del Señor de los Milagros 2025 marcó una jornada épica y llena de emociones. 



El coso, testigo de innumerables hazañas y sueños taurinos, se encontraba a rebosar con dos ‘No hay billetes’ un fin de semana que prometía ser inolvidable. Hoy no se veian las escaleras por que estaban abarrotadas de aficionados y me trajeron recuerdos de los años 50 cuando yo acudia a los toros de niño y teniamos que sentarnos en las escaleras para ver la corrida.



Andrés Roca Rey, figura máxima del toreo en la actualidad, celebraba sus diez años de alternativa de manera magistral. En el ruedo, demostró por qué es considerado el "Huracán de los Andes". Con su entrega inquebrantable y una técnica depurada, ofreció una tarde para el recuerdo, donde los toros de Núñez del Cuvillo fueron sus aliados en esta celebración. El segundo, cuarto y quinto toros aportaron emoción, mientras que Domingo Hernández y Paiján se unieron al acto con sus astados, siendo el primero el encargado de abrir y cerrar la jornada con un bis deslumbrante.



Tres orejas que debieron ser cinco fruto de una actuación sublime; Andrés Roca Rey mostró madurez y un buen toreo que dejó sin aliento a los asistentes. Cada pase, cada muletazo, era un canto a la belleza del arte taurino, un suspiro colectivo que reafirmó su estatus en este universo. La multitud aclamaba con fervor, y cada ovación resonaba en los corazones de aquellos que habían llegado para celebrar su ídolo.

Así fue ese día en Acho, una fusión de tradición y pasión, donde el legado de Andrés Roca Rey se consolidó, dejando una huella imborrable en la historia del toreo peruano.



El que abrió plaza un abanto de Domingo Hernández, no colaboró en los primeros tercios, buscando la querencia de toriles. Logra fijarlo con verónicas a pies juntos Roca Rey, verónicas y remata con una revolera. Se dio dos volteretas que lo mermaron. En la muleta se aplomó en la segunda serie y Andrés tiró de él para lograr muletazos despacio por abajo, pero sin transmisión. El toro demora en doblar, pero finalmente cae, lo que enfría al público y provoca que finalmente no haya oreja. 

El segundo fue un bravo ejemplar de Núñez del Cuvillo al que exprimió aprovechando que humillaba con recorrido.  Roca Rey logra fijarlo en los medios, instrumentando buenas verónicas por el pitón derecho, El quite fue por tafalleras y otros lances capote a la espalda. Clavado en los medios de rodillas, Roca Rey empieza su faena con cambiados por la espalda, uno de pecho, cambio de mano y otro pase de pecho, esta vez por el pitón izquierdo. Continuando con las series de derechazos y el de pecho a un toro que solo veía muleta. Por naturales hizo lo propio, y un par de ellos fueron una auténtica estampa. Ya en cercanías, le bajó la muleta sacándole pases por abajo, incluyendo los circulares y adornos ajustados.  Faena larga y de gran dimensión, que cierra con ceñidísimas bernadinas antes de preparar la muerte. Estocada caída y dos descabellos y hay petición de oreja pedida por la mayoría.



El tercero se sale suelto y Roca Rey opta por bregarlo con suavidad, fue un manso que siempre buscó las tablas. El toro humillaba, pero estaba justo de fuerza y de raza, y terminó rajándose bajo el abrigo de las tablas y tras algunas series de Roca Rey mostrando su gran técnica, decide abreviar. Pinchazo y estocada entera, doblando el de Paiján, el toro recibe pitos en el arrastre.

Andrés Roca Rey le hizo una importante faena al cuarto, con el hierro de Núñez del Cuvillo, al que recibió con una larga cambiada de rodillas. Andrés lo cuidó y sobó para poco a poco meterlo en la pelea. Lo hizo embestir y repetir, dejándolo a su aire, pero también atacándolo cuando se quedaba corto. Tras el toreo fundamental, optó por el toreo de cercanías para así encajarle una serie completa por el pitón derecho. Faena de lidiador y capacidad con su muleta mandona logran muletazos de inmensa factura por ambos pitones, sobre todo por el derecho. Que lamentablemente no pudo rubricar a plenitud con la espada. Dejó la estocada arriba, pero el toro tardó mucho en doblar, reduciendo una faena de dos orejas en una oreja de ley.



El quinto fue un colorado de Núñez del Cuvillo que tardó en fijarse como sus hermanos, con poco juego en el capote. El inicio de faena con un cariñoso brindis a Fernando Roca Rey, su hermano. Andrés inició una faena colosal, toreándolo de rodillas en los medios, llevándolo por abajo en derechazos, incluso luciendo su dominio con una arrucina también de rodillas. Las tandas por el pitón derecho fueron ligadas y logradas. Una buena faena a un toro bravo. Pinchazo en todo lo alto para luego dejar la espada enterrada y recibir una oreja con petición de dos.



Se va a la puerta de chiqueros Andrés Roca Rey para recibir al sexto a portagayola. la autoridad cambió al sexto porque no acudía al percal o el caballo. En reemplazo saltó un sobrero de Paiján al que también lo recibió a portagayola, como su hermano, manseó varias veces durante su lidia, rehuyendo la pelea. Con la muleta logró sacarle unas series.



relevantes, pero sin que el animal se entregase, logrando dos buenas tandas de derechazos. Lo intenta el peruano, pero el toro solo quiere las tablas, así que opta por abreviar. Estocada entera y en buen sitio, pero demora en doblar y, tras dos descabellos, pasaporta al animal, sin oreja.