Ficha del festejo:
Real Maestranza de Caballería de Sevilla (Sevilla).
Feria de Abril 2023.
Toros de Victoriano del Río .
"No hay billetes".
Sebastián Castella (blanco y plata), ovación con saludos y silencio
Juan Ortega (visón y azabache), silencio y silencio
Andrés Roca Rey (azabache y oro), oreja y oreja
Andres Roca Rey: «Ha sido de las ferias de Sevilla más bonitas de mi vida y estoy muy agradecido a este público»
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Lás crónicas de los portales taurinos y secciones taurinas de diarios de la tarde de máxima figura, ayer en Sevilla
Paco MarchFue tomar la muleta, plantarse el torero en la raya del tercio y un puñado de estatuarios rematados con uno mirando al tendido y la demostración de intenciones ya era una realidad
▪️Mundotoro - José Miguel Arruego
“Con una corrida mansa, aquerenciada, y de difícil lidia, Roca Rey marcó la diferencia. El peruano es puntal en muchas cosas pero, además de tener el mejor golpe cantao del toreo actual, cuando hay que remangarse y bajar al fango lo hace con más clase que ninguno. Su lidia al tercero fue modélica. Para enseñar en las escuelas. Por eso, entre otras cosas, le pudo cortar la oreja.
Lo del sexto merece capítulo aparte, porque a ese tanque, tan descompuesto, tan incierto, tan geniudo sólo es capaz de desengañarlo el peruano. Pero no para imponerse. Para torear. Ceñido, ajustado, profundo. Una exhibición de poderío. Pero también de temple, limpieza y aplomo. Porque el limeño, los cojones, los usa para torear.El tercero, agresivo, largo y fino, más despegado del suelo que sus hermanos, se emplazó de salida. Por orden del matador, lo cuidaron en varas, donde empujó antes de salir suelto. No entró en quites Roca Rey, siempre muy pendiente de una lidia magistralmente conducida por Viruta. Brindó el peruano al público. Se puso a torear sin probaturas sobre la mano derecha, sin siquiera cerrar al toro. Y el arranque tuvo tal fuerza que arrancó a sonar la música. Dos series muy macizas, nutridas de muletazos, con gobierno, ajuste y ceñimiento. Por el lado zurdo el toro se entregó menos, pero el poder de Roca Rey se acabó imponiendo, pues tragando antes del embroque, fue capaz de tirar de la embestida con aplomo y convicción. Rotundo el peruano. En la última serie con la derecha, de gran dimensión, el toro ya cantó la gallina y salió suelto de cada embroque. Roca Rey se fue a por la espada y tiró sin puntilla al animal de un espadazo fulminante. Una actuación clarividente, de figura del toreo.
Lo del sexto subió aún más el nivel: Serio y fuerte el burraco que cerró la corrida. Reunido, cornidelantero. No se entregó en el capote, empujó con la cara alta sin emplearse y también manseó de modo ostensible para luego esperar, echar la cara arriba y apretar para dentro en banderillas. Aunque dicha conducta invitaba a la cautela, el limeño no se lo pensó dos veces y, muy enraizado en la arena, firmó un espectacular inicio de faena por alto. Estoico. El último muletazo, mirando al tendido, ya puso a la gente en pie. Lo que vino después fue la faena de más peso de su paso por La Maestranza. Porque fue capaz de poner orden a un caos de arreones, movimientos y querencias. Y porque, lo hizo con una sola intención: Torear.
Muy hundido en la arena, con serenidad, sin tirones ni ademanes, sin forzar la figura tampoco, lo esperó para embarcarlo con criterio y hasta expresión con la derecha, mientras que con la zurda le tragó mucho al animal, con la muleta a la altura del muslo, para dar dimensión a la estrecha embestida de su enemigo. Contundente. Insultante. Una estocada contraria de atracarse de toro, que necesitó del refrendo del descabello seguramente le privó de la segunda oreja, a pesar de que la petición fue unánime, pero el peruano recorrió el anillo consciente de que el trono le pertenece. “▪️Mundotoro - Redacción
“Agresivo el tercero, largo y fino, más despegado del suelo. Tocadito arriba de pitones. Se emplaza de salida. Se va a recogerlo a los medios Roca Rey. Prueba el de Victoriano, pero luego humilla. Acude al relance al picador de turno y se va huido al que hace puerta. Lo recoge muy bien Sergio Molina. El toro empuja pero luego sale suelto. Lo cuidan también en la segunda vara. Se luce Castella en un quite por chicuelinas y tafalleras. Bien lidiado por Viruta, el toro se sujeta en el segundo tercio, donde se luce Antonio Chacón.
Brinda Roca Rey al público. Se pone a torear sin probaturas sobre la mano derecha, sin siquiera cerrar al toro. Arranca la música. Suena La Giralda. Dos series muy macizas, nutridas de muletazos, con gobierno, ajuste y ceñimiento. Por el lado zurdo el toro se entrega menos, pero el poder de Roca Rey se acaba imponiendo. Rotundo el peruano. En la última serie con la derecha, de gran dimensión, el toro ya canta la gallina y sale suelto de cada embroque. Se va a por la espada y tira sin puntilla al animal de un espadazo fulminante. Oreja de figura del toreo.
Serio y fuerte el burraco sexto. Reunido, cornidelantero. No se entrega en el capote de Roca Rey. Empuja con la cara alta, sin emplearse. También mansea de modo ostensible. Espera, echa la cara arriba y aprieta para dentro en banderillas.
Espectacular inicio de faena por alto. Estoico. El último muletazo, mirando al tendido, pone a la gente en pie. Tremenda la primera serie con la derecha, desengañando al toro. Le cuesta al animal, pero Roca Rey se hunde mucho, se aprieta con él. Con la zurda le traga mucho al toro, sin adelantarle la muleta, aguantando mucho. El público se mete en la faena porque la entrega del torero no tiene límite. Tremenda exhibición del peruano. Contundente. Insultante. Un toro que sólo le vale al peruano. Seguramente, la faena de más peso y más importancia de su paso por Sevilla. Estocada contraria de atracarse de toro, descabello. Petición unánime de las dos orejas, el presidente sólo concede una.“
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Cultoro -
Pablo López Rioboo
“Y Roca Rey fue de nuevo el nombre propio de la Feria este viernes en una tarde que tuvo como condicionante el naufragio de Victoriano del Río, que lidió una corrida muy dispar en presencia y muy decepcionante en juego. Dio Roca Rey fiesta a la movilidad del tercero y le cortó una oreja a la entrega, la misma que tuvo con un sexto muy parado y a la defensiva y ante el que se dio un arrimón de órdago, paseando otro premio con petición del segundo por una plaza que nuevamente volvió a demostrar el momento tan complicado por el que pasa, demostrando una tarde más el escaso conocimiento que tiene sobre la lidia. Hay veces donde el cliente no lleva la razón.
Le largó fiesta desde el principio Roca al manso y huidizo tercero, otro toro que manseó desde salida. Un toro que quiso colocar la cara pero al que le faltó humillar. Sergio Molina salió ovacionado tras verse comprometido junto a la puerta de cuadrillas. Pero no sería el único ovacionado de la cuadrilla de Andrés, Antonio Chacón saludaría montera en mano tras dos pares donde se jugó literalmente la vida. Andrés era consciente de las virtudes y defectos del toro, de ahí que se pusiera a torear sin probaturas. El de Toros de Cortés tuvo ese disparo que llega arriba, algo que aprovechó el peruano para dejar dos tandas muy jaleadas por los tendidos. Roca cimentó su faena en la firmeza se piernas y en el juego de alturas, pero a esta pese a su volcanidad le faltó mayor ajuste. Un trasteo donde los muletazos fueron en línea recta, siempre buscando el bien del animal. Por el izquierda siempre tendió a embestir con la cara alta en muletazos donde el peruano tragó una enormidad ante un toro que pasaba a media altura. La estocada puso en sus manos una oreja, esa que pidió una plaza que jaleó todos y cada uno de los pases de un torero que tiene a la gran masa a su favor.
Volvió a repetirse la película en el sexto con la lidia de un toro manso de Toros de Victoriano del Río. Un animal que ya desde salida evidenció su mansa condición. Comenzó con estatutarios en un palmo de terreno, todo fue en un comienzo de gran firmeza. El burraco de la familia del Río tuvo la virtud de la prontitud, pero en las telas embestida a media altura y soltando la cara. Por el izquierdo lo llevó siempre en línea recta para no quebrantar al animal. Tuvo mérito el peruano aguantando las miraditas de un toro que embistió muchas veces por dentro. La faena tomo el vuelo que buscaba Andrés cuando este acortó las distancias y se metió en los terrenos del toro. El circular por la espalda duró un mundo. El público se puso en pie para ovacionar un final de faena entre los pitones del ya rajado animal. Roca volvía a demostrar que a valor le ganan pocos. La plaza pidió insistentemente las dos orejas, siendo concedida únicamente una por parte de una presidencia que esta vez si actuó con rigor.”▪️Cultoro - Paco March
“Llegados al sexto, la corrida era (pese a la oreja cortada por Roca Rey en su primer turno) una cuesta abajo de toros mansos y toreros estrellados a su suerte.
Pero por ahí estaba un peruano que no había dicho la última palabra. Dos palabras, dos verbos, para ser exactos: querer y poder.
Roca Rey quiere siempre e impone su poder, allá penas las condiciones del toro con que se las ve.
Pedazo toro por fuera y mala condición por dentro, cantada en los primeros tercios.
Pero fue tomar la muleta, plantarse el torero en la raya del tercio y un puñado de estatuarios rematados con uno mirando al tendido y la demostración de intenciones ya era una realidad.
Asentado a plomo sobre las zapatillas, amarrando y conduciendo embestidas que se antojaban quiméricas, la muleta como imán, Roca Rey se impuso con una rotundidad sobrecogedora.
Sonó la música, algunos se pusieron tiquismiquis y el propio torero pidió a la banda parar. Y ahí estaba, sin mover un músculo entre los pitones que acariciaban su enjuta anatomía.
Y ahí ya no hubo otra que la entrega de la plaza, la rendición de La Maestranza a la evidencia.
Una evidencia que proclama que Roca Rey está en esto para mandar.
Porque quiere y puede.”
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Burladero.tv - Mika Zarcas
“En tercer lugar, sale un ejemplar atento a todo y que, en cuanto Roca Rey lo llama al percal, acude. No deja lucimiento en el tercio.Muy buen primer paso por el caballo , reconocido por el público y repite, embistiendo con fuerza en su segundo paso, mucho más leve este segundo paso por varas. *Aprovecha Sebastián Castella su turno en quites de forma excepcional y nos permite ver a este tercero al percal. Buen tercio de banderillas, donde destaca Antonio Chacón, quien saluda desmonterado la ovación del público.
Brindis al público de Roca Rey y, muleta en mano, sin probaturas comienza con rotundidad la faena el peruano, levantando los tendidos y haciendo escuchar los sones de la música en cada rincón de la Maestranza . Continúa con tandas cargadas de intensidad y mejor hacer, pases largos… ligados… bajos…¡con ustedes Roca Rey!, que exprime, inventa y muestra la garra que lo domina, cuajando una faena de poder frente a su oponente. Rubrica de un certero estoconazo que hace rodar el morlaco de forma instantánea que levanta los tendidos y los inunda de pañuelos blancos. Oreja para la capacidad de Roca Rey.
Salta el sexto al ruedo y, en principio, más de lo mismo, llegando a pedir un sector del público la devolución de este segundo de Roca Rey. En el caballo, ni se pica ni se espera, un paso por varas que es más un cumplir el trámite. Buen y correcto tercio de banderillas.
Sin brindis y muleta en mano, comienza Roca Rey con unos firmes estatuarios y bien clavado al piso poniendo en pie los tendidos. Continúa, en un auténtico desafío a su oponente, con tandas largas, quizá en exceso, derrocha raza el peruano y manda en la faena, arrancándole al morlaco lo que se quería guardar para él, levanta los tendidos y comienza a sonar la música, que para por orden de Roca Rey quien se ha convertido en dueño de la Maestranza, en esos momentos rendida a sus pies. Rotundo y contundente el limeño ante la nada que es el cierraplaza. Rubrica de un certero espadazo que pone, de nuevo, la plaza en pie e inundada de una marea blanca. Una oreja y fuerte petición de la segunda (no concedida por el palco).”
▪️ El Mundo -
Vicente Zabala de la Serna
“El montado y manilargo toro de Roca Rey contaba con un cuello portentoso que compensaba su altura. Se emplazó de salida, encampanándose con todo su trapío a cuestas. En fuga, cobró un soberbio puyazo de Sergio Molina en la querencia. Y apenas un picotazo de Quinta en la contra. Apuntó unas notas prometedoras -entre su escasez de fondo- en el quite de Castella por chicuelinas, tafalleras y una revolera en la que el toro hizo así hasta el final, sin terminar de humillar. Antonio Chacón cuajó un par de máxima categoría que puso la plaza en pie. RR brindó al público y construyó una primera parte de faena en perpendicular a toriles, de buen trazo en su derecha, reunido en cuatro y cinco por ronda, más el broche de pecho. ¿Mucho? Lo cambió de terrenos cuando lo sintió aflojarse, pero o por el sitio elegido o porque por la izquierda le costaba más. Roca tuvo que emplearse tirándole casi de la lengua, al hocico la muleta. Un obligado pectoral fue de pitón a rabo barriendo el larguísimo lomo del toro. La gente coreó el pase inacabable, un circular invertido con la zurda y el sanseacabó del fondo siempre resquebrajado y ya definitivamente rajado. Una estocada fulminante, pasada y rinconera, tumbó a la bestia y rindió una oreja, fundamentalmente por su superioridad. Que aún habría de verse en un episodio mayor.
El sexto toro la tarde, un burraco de categóricas hechuras, también desganado de bravuras, se encontró otra vez con la aplastante superioridad de Roca Rey. Que lo domó con un sitio, un aplomo y una técnica aplastantes. Para hacer embestir a los bueyes. Desde los estatuarios pétreos construyó una faena para darle celo y ritmo al toro. Una vez exprimido hasta la última gota le fue acortando terrenos hasta metérselo en el suyo. Y así la gente que tan fríamente lo recibió se entregó como el animal, seducida por el poder de su imán. RR en un desplante a cuerpo limpio se erigía como un tótem en el centro del universo con una autoridad insultante. Una estocada atravesada y un descabello. Una oreja de verdadero peso ahora que el presidente aguantó ante la posibilidad de que se pidiera la segunda. Como sucedió. Quedó la sensación de que a algunos de los otros bueyes también los hubiera mondado.”
▪️ ABC.es -
Jesús Bayort
“ Seguirán ninguneándolo quienes se autoproclaman adalides de la integridad sevillana, pero no hay modo de negar esta evidencia. Ya saben que no hay más ciego que el que no quiere ver. Que su estilo no se ajuste a la idiosincrasia de Sevilla no debe restar méritos a lo que hace y a lo que consigue. Triunfando incontestablemente, incluso antes de hacer el paseí- llo este 'viernes de farolillos'. Con media ciudad huyendo a las playas, quitándose de la quema, del calor, de la insostenible Feria de Abril. Y llega este peruano, tan odiado como aclamado, y cuelga el car- tel de 'No hay billetes' envuelto en una terna de escaso sentido: con la vuelta de un Castella al que no tocaron ni una palma tras el paseíllo y con la inclu- sión de un Juan Ortega que equivocadamente dijo <<<sí» a una corrida en sus antípodas. En tipo y formas de embestir.
La corrida de Victoriano del Río (tres con el hierro de Toros de Cortés) fue la gran epifanía de la mansedumbre. Al límite de todo, tan difícil de digerir para los toreros como para los aficionados. Sin una sola embestida con calidad, sin un solo momento de emoción. Que la puso toda el peruano, que apuesta por ellos como si fueran carretones ortopédicos, que reinventa el refranero español: «líbranos del toro bravo que del manso ya nos libra Roca Rey». Único de la tarde capaz de dejar la muleta de primera hora,
y también a última, adelantada; jugándoselo todo por la ligazón, enterrándose sobre el centenario
ruedo de la Maestranza como si sobre él se clavara el
Machu Picchu peruano. En un alarde de capacidad, mando y temeridad.
Como lo de Cóndor, que salía en sexto lugar para rubricar con honores la tarde: desentendido, sin celo. Muy grande el burraco, como casi todos, sin dejarse lancear; entre arreones y oleadas, buscando siempre topar. Que ante Viruta ya demostró su ver- dadera condición cuando lo tuvo a merced hacia adentro tras el primer par de banderillas. Se escapó en tablas, nunca mejor dicho. Donde lo esperó Roca, como un junco por estatuarios, desafiando a los ten- didos en el desdén final. Que puso en pie a más de uno, a quienes les dolía ya la piedra. «Vamos, toro, adelante», le gritaba el torero, que se la ponía en la cara, que ligaba entre saltos del animal. Que no se enreda entre probaturas, que menospreciaba los aspavientos del burraco. Su milimétrico muñecazo, que duraba tanto como sus naturales, partía al de Victoriano, que no es que a él le punteen menos que a los demás... Sugestionaba a todos por su aplomo, por su manera de porfiar la realidad, de confiar en el éxito. Que evidenciaban su grandeza. Ligando rema- tes junto a las dagas, que hasta arrancaron a Tejera. Y la gente lo increpaba, pidiendo el peruano que parase. Todo era temerario en él, jugando a exponer sus femorales. Se imponía el mando de Roca, rey de los mansos. Que volvía a poner a todos en pie tras una soberbia estocada. Que se continuaba con una doble petición de oreja que acertadamente dejó Fer- nández Figueroa en una. Que no desmerecía al torero, que recuperaba la sensatez de la plaza. No
todo tiene por que ser Puerta del Príncipe.
Para que esa ecuación fuese posible antes tuvo que cortar una, que la logró ante Desenvuelto, el tercero, que podría haberse llamado Descompuesto, del estilo con el que embestía. Desde su desentendida salida hasta el oleaje gaditano final, que no incomo- daba al kamikaze peruano, tan centrado en su planteamiento. El toro de Cortés era tan feo como grande, con la cara a la altura de las banderas, al que el látigo limeño le quitó toda contractura, que incluso parecía con cuello en su final. Había correteado de salida, emplazándose en los medios. Sin que lo cerraran se fue Roca por él. En el tercio de chiqueros el de Cortés, en los medios el peruano. Con el compás muy abierto, corriendo la mano, suelto en su gesto. Que en dos muletazos lo entendió por el izquierdo, transformando su mal estilo en fluidez. Imponiéndole su mando, menospreciando las oleadas mansas hasta para tumbarlo patas arriba con la espada.”
▪️ El Correo de Andalucía - Álvaro del Moral
“La verdad es que si le hubieran dado la tercera oreja andaríamos ahora haciendo cómputos y mesándonos los cabellos en torno a la idoneidad de esa puerta que –ya se lo hemos contado- ha quedado reducida a una mera suma de trofeos. El famoso arco de piedra se ha convertido en un fin en sí mismo, en una parte del moderno espectáculo pero conviene apartar esos árboles que no nos dejan ver el verdadero bosque: la dimensión que dan los toreros en función de los toros que tienen delante. Roca estuvo rotundo, inmenso, apabullante con ese complejo sexto que había sido bautizado como ‘Cóndor’. Y fue un diálogo de cóndor a cóndor; de uno de la sierra de Madrid y de otro de las cumbres andinas que hizo el paseo con galones de primera figura sabiendo que él –y sólo él- había puesto el ansiado cartel del ‘no hay billetes’.
Roca ya había cortado una oreja mucho más tibia al tercero, seguramente el toro más potable de la mansada que había embarcado Victoriano del Río que, eso sí, echó la corrida más seria e imponente en una feria en la que hemos visto bajar bastante el trapío de muchos, muchísimos encierros. Fue un animal de salida cansina que marchó suelto y a su aire. Hicieron bien en picarlo al relance, en la puerta de caballos, y con la maestría habitual de Sergio Molina. Lo contrario es ir en contra del hilo natural de la lidia que se debe administrar a un manso. Castella se gustó por tafalleras en su turno y Chacón –Antonio- lo bordó con los palos. Hubo que ir a buscarlo a su querencia pero Roca se puso a torear sin demasiados preámbulos en unas rondas en las que el animal respondió con nobleza hasta que cantó la gallina. La sensación era de sí pero no. Había faltado algo, otra intensidad, un acople más rotundo. La espada validó el trofeo.
Thank you for watching
‘Cóndor’, el sexto, iba a ser otro pedazo de toro de presencia irreprochable que, para no fallar, huyó hasta de su sombra en los primeros tercios apretando hacia los adentros. Viruta se las vio y se las deseó –le libró el capote oportuno de Blázquez- para alcanzar el burladero a la salida de un par de banderillas pero Andrés Roca Rey tiró de galones y raza de verdadera figura para plantarse como un ciprés en los ceñidos estatuarios de obertura. Se fajó con el animal, al que le costaba ir hacia delante, desde el principio. Y despreció miradas, la tendencia a desparramar la vista y no pocas cositas que habrían hecho cavilar al más pintado. Lo pasó por la izquierda y aún se metió con él por el derecho sabiendo que el bicho le podía partir. Ahí emergió el gran Roca, la primera figura del toreo, que fue acortando pasos y distancias hasta meterse en la mismísima cuna del animal en un arrimón de los de verdad –jugándose consciente y sinceramente el tipo- que caló en un público puesto en pie. Fue un lío gordo, intenso, ochos y más ochos dejándose llegar los pitones. La espada cayó tendida y suelta. Necesitó de un descabello. Le pidieron esa segunda oreja que sólo habría servido para alimentar polémicas. Paseó un orejón.”
▪️ Altoro México - Redacción
“La tarde tuvo un nombre de torero: Andrés Roca Rey. Quien la cerró con el hasta ahora más toro de la feria, "Cóndor", carbonero, casi seiseañero, casi de seiscientos kilos, astifino y potente que se comportó indómito y amenazante en los dos primeros tercios. Pese a ello, quizá por orden superior Sergio Molina lo pasó crudo con dos picotazos trasero. ¡Ayayay! Viruta y Algaba las pasaron amargas para meter las manos y parear en sitio.
La cosa iba muy en serio. El peruano enhiesto, clavado en la arena aguanta impertérrito cinco estatuarios, una trinchera, un cambiado y uno de la firma mirando al tendido. Toro y público estupefactos. Seis derechas cambio de mano y pecho unen una ovación con otra. Y siete más de puro mando muleta baja y en jurisdicción de cacho. El insurrecto había sido metido en cintura. Cómo negarlo, cómo no entenderlo, cómo no sentirlo. Ocho naturales y el de pecho aúpan el toro que parecía no valer, ni ameritar tanto riesgo.
Arranca la música tardía, Roca la manda callar y se mete a la cuna largamente pasando y pasando y rematando de pitón a pitón. La plaza contenida como asustada estalla con ovación de pie antes de la estocada un pelo contraria que requirió descabello certero. Le dieron la oreja y pidieron duro la otra y la Puerta del Príncipe. Si es que reina en Sevilla. Pero no. Y estuvo bien, sin embargo ahí quedo eso con el toro toro para quien pueda interesar.
El tercero fue noble pero manso como sus hermanos y renunció al final de una faena completa, emotiva y por encima de su condición, jaleada y musicalizada. Le sobraron dos tandas a toro parado pero el estocadón sin puntilla las borró y la oreja fue petición abrumadora.”
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Diario de Yucatán - Redacción
“ Andrés Roca Rey mostró la onza para sacar a flote, a base de valor, una corrida que estaba siendo decepción por la falta de raza de los toros que salieron de los corrales de la Maestranza de Sevilla.
El torero peruano, quien ya tenía una Puerta del Príncipe en esta edición de la Feria de Abril, se llevó una oreja en cada astado y tuvo fuerte petición de la segunda con el ejemplar que cerró plaza, no otor- gada por la autoridad.
Roca Rey estuvo mucho más allá de lo que pudiera pensarse. El torero que más cobra y propicia llenos en España exprimió lo que pudo a sus dos toros, poniéndose donde hoy en día nadie se atreve a poner. Fue la bravura suya la que reinó en una tarde de "no hay billetes" en la Maestranza sevillana.”
📸 Juan Flores