Andres Roca Rey
Matador de toros, para serlo no basta con solo tener el elemento fundamental para enfrentar a la muerte, o sea, la vida, sino además estar dotados de una serie de cualidades que permiten formar el carácter, generalmente férreo, para sobreponerse a las adversidades y vicisitudes que se anteponen en el largo y sinuoso camino que existe entre el diestro y el toro, antes de llegar a enfrentar su destino en el ruedo.
La palabra arte, que va muy ligada en el entorno de la fiesta de los toros, no aflora y no lo hace porque éste cuando surge lo hace de manera natural, espontánea, como una manifestación propia de la conjunción en el éxtasis absoluto de dos entes, entregados a la naturaleza de su ser y totalmente distintos entre sí: uno, el bravo toro de lidia, que busca defender sus terrenos atacando con la muerte y el otro, el diestro, que busca congraciar la vida exponiéndola a través de sus emociones, ante la muerte.
Cornadas con trayectorias imposibles, órganos afectados o heridas mortales. Los toreros se recuperan tan rápido de las embestidas del toro que parece que están hechos “de otra pasta”. El cirujano jefe de la madrileña plaza de Las Ventas, Máximo García Padrós, asegura que el secreto está en la fortaleza mental.
No hay comentarios:
Publicar un comentario