Corrida Goyesca alcanzaba su LXI edición con un aliciente especial: la despedida de los ruedos de Francisco Rivera Ordóñez.
Pero la dinastía continúa con su hermano Cayetano, que permanecerá como único fijo en las goyescas venideras, hasta que él quiera. De la ganadería de Juan Pedro Domecq era el que debía haber cerrado el festejo, al que recibió con el capote con cuatro faroles con el compás abierto. Pese a que él no ha seguido los pasos de su padre o su hermano de banderillear, en esta ocasión quiso hacerlo invitando también a El Fandi. El suyo tuvo el plus de ser cortas, con un doble quiebro y en todo lo alto. Sorprendente y que recibía el reconocimiento de todos y el abrazo de sus compañeros. Pero para fuerte fue el abrazo en el que instantes después se fundían los dos Rivera Ordóñez en el preludio de una faena iniciada por alto y en la que surgieron los mejores derechazos de la tarde, con gran elegancia y temple. Al noble ´juampedro´ le faltaban las fuerzas, una auténtica lástima porque por lo demás era un dechado de virtudes. Repetidor y con transmisión, cuando terminaron de entenderse toro y torero surgió la magia de una faena inspirada a los compases de una premonitoria interpretación del pasodoble ´Puerta Grande´, que se haría efectiva tras la estocada fulminante. Creía Cayetano que merecía más premio que las dos orejas, e incluso se llegó a encarar con el presidente Luis Candelas por la no concesión del rabo solicitado.
Francisco Rivera Ordóñez se cortaba la coleta tras desorejar a un sobrero de regalo en una tarde cargada de cariño hacia él. Completaron el cartel El Fandi y Sebastián Castella, que también cortaron una oreja cada uno.
Pero esta vez el privilegio era exclusivo para Paquirri, paseado por sus compañeros, su último apoderado El Tato y finalmente por su hermano Cayetano. Al otro lado de su dintel le encontraba toda la Ciudad de Ronda, que esperaba a sus héroes en la cita fundamental de sus Fiestas Toreras en Honor a Pedro Romero.
Fuente: La Opinión de Málaga
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