solo por ser el día en que Florencio Fernández Castillo, conocido cariñosamente como "Florito", se despidió de su cargo como mayoral tras 39 años de servicio, sino también por el profundo legado que deja tras de sí. Este día no fue solo un evento en el calendario, sino una confluencia de emociones vivas, reverberando tanto en el ruedo como en los rincones más íntimos del coso.
Florito, originario de Talavera de la Reina y con una herencia profundamente arraigada en el mundo taurino, comenzó su viaje como novillero bajo el apodo de ‘El Niño de la Plaza’. Su trayectoria, salpicada de triunfos y recuerdos imborrables, lo condujo a las puertas de Las Ventas en los años ochenta, gracias a la visión de Manuel Chopera. Desde su llegada como mayoral en febrero de 1986, transformó la gestión de los corrales, aportando un toque casi académico al trato y cuidado de los toros, donde cada buey parecía haber sido educado en las mejores instituciones.
Su dedicación no pasó desapercibida, siendo condecorado en 2012 con la Cruz de la Orden del 2 de mayo de la Comunidad de Madrid, un reconocimiento a su labor incansable y profesionalismo. A lo largo de su carrera, Florito se convirtió en una figura emblemática del toreo, convirtiendo la plaza en un espacio donde la tradición y la innovación coexisten en armonía.
Ahora, con su hijo Álvaro, ingeniero aeroespacial de formación, asumiendo el rol de nuevo mayoral, se cierra un capítulo mientras comienza otro. La sombra de Florito se extenderá por siempre en Las Ventas, un símbolo de pasión y entrega por la tauromaquia que perdurará en la memoria de todos aquellos que han compartido su camino. Sin duda, un adiós significativo que entrañará nuevas esperanzas en el futuro de la plaza más importante del mundo taurino.
Montoro El novillero Florencio Fernández (foto), de Estepa, fue el triunfador en la final del II Ciclo de novilladas de Montoro y por lo tanto, se adjudicó el capote de paseo que ponía en juego el Excmo.
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