Con el cartel de “No hay billetes” y la plaza llena hasta la bandera, comenzó la tarde grande en Málaga. Histórica y triunfal la Corrida Picassiana de Málaga 2025 celebrada este Sábado de Gloria en La Malagueta con una gran tarde de Fortes y Andrés Roca Rey y la torería de Juan Ortega con una buena corrida de Álvaro Núñez.
El Huracán de los Andes llamado Andrés Roca Rey
Crónica de la Corrida Picassiana del primer toro de Andrés Roca Rey– Sábado de Gloria, 19 de abril de 2025
La Malagueta se vistió de gala para acoger una nueva edición de la Corrida Picassiana, una cita ya emblemática en el calendario taurino de Málaga. El ambiente era de las grandes tardes: no cabía un alma más en los tendidos y, tras el solemne paseíllo, el himno de España cerró un arranque cargado de emoción y simbolismo. El público, agradecido por lo vivido en la pasada feria, sacó al tercio a los tres toreros: Fortes, Juan Ortega y Andrés Roca Rey. A modo de homenaje, Fortes y Roca Rey recibieron una cerrada ovación que también alcanzó a Ortega, invitado al reconocimiento colectivo.
Pero si algo marcó la tarde fue el viento. Molesto, intermitente y traicionero, se convirtió en protagonista incómodo. Aunque no para todos. Porque lo que hizo Roca Rey fue, sencillamente, de otra categoría.
Desde que se fue a por el toro con el capote, Andrés impuso una actitud arrolladora. Sin titubeos, se lo sacó a los medios entre chicuelinas encadenadas y constantes provocaciones de voz que encelaban al animal. El viento hacía de las suyas, pero parecía no afectarle: cada cite, cada lance, llevaba la firma de la verdad y el dominio.En el tercio de quites, Fortes aprovechó su turno con chicuelinas y tafalleras templadas. Roca Rey, inteligente, se reservó para la muleta, sabedor de la buena condición del toro y de lo que tenía entre manos.
Y entonces llegó el vendaval. Tras pedir permiso al presidente, se marchó directo a los medios y allí brindó al público. Sin moverse del sitio, plantó la muleta como una bandera que ondeaba en el vendaval malagueño. El inicio fue por estatuarios, rematados con un desdén y una mirada al tendido que encendieron la plaza.
Luego vinieron las tandas por la derecha: largas, ligadas, con la mano baja y el ajuste justo. El viento no cesaba, pero Roca Rey lo toreaba como toreaba al toro. Al natural, la entrega fue absoluta. Citando con el pecho por delante, campas abiertos, llevando al toro enganchado desde delante y soltándolo más allá de la cadera. Una serie de carteles de toros, uno tras otro. El público, entregado, rompía en olés profundos.
Y cuando se arrimó, aquello dejó de ser una demostración de valor para convertirse en una lección de toreo puro. Porque engancharlo tan cerca y enroscarlo tan atrás no es solo temeridad: es entender el toreo en su máxima expresión. Cerró la faena como la empezó: por estatuarios, firme, roto. Y tras una estocada hasta los gavilanes, el presidente no dudó: dos orejas de ley para un torero que cuando se entrega, lo hace como un huracán.
Andrés Roca Rey volvió a demostrar en Málaga que está hecho de otra pasta. Que puede torear en el viento como si fuera calma. Que sabe entender, mandar y emocionar. Y que, cuando la ocasión lo requiere, arrasa con todo. Como esta tarde.
Como un huracán.
El segundo del lote de Roca Rey salió suelto y sin fijeza. El torero limeño, con temple y oficio, lo fue sobando con el capote, amoldando la embestida y recogiendo sus viajes con suavidad. Hubo mimo en el tercio de varas, donde el toro fue cuidado para preservar lo que pudiera tener dentro.
Ya con la muleta, Roca Rey inició la faena a pies juntos, en un comienzo tan vertical como vibrante. En el tercer muletazo, sin previo aviso, se echó de rodillas y lo pasó hasta en dos ocasiones por la espalda. La plaza se vino abajo. Fue un estallido de emoción que sacudió los tendidos.
Con la derecha, en los medios, le presentó la muleta muy puesta, buscando siempre ligar, redondear, encadenar las embestidas. El toro, con más nobleza por ese pitón, ofrecía una cierta claridad que Roca Rey supo aprovechar.
Por el izquierdo, en cambio, el animal protestaba, cabeceaba, soltaba la cara. Embestía con incertidumbre, exigiendo un toque preciso y el mando firme. Y ahí emergió el Roca Rey dominador, capaz de someter con suavidad lo incierto, de hacer pasar lo que no quería pasar. Fue una lección de técnica y de inteligencia torera.
Y por si fuera poco, el viento volvió con fuerza, sumándose al desafío. Roca Rey no se inmutó. Se dejó llegar los pitones al pecho una y otra vez, en una sucesión de muletazos que fueron una demostración de entrega, raza y ambición sin medida. El miedo se asustó de Roca Rey.Mató de un pinchazo y una estocada perfecta. El público pidió la oreja con fuerza, pero el presidente decidió guardársela. No importó. Porque en esa faena, más allá del trofeo, quedó clara una vez más la categoría de un torero que nunca se guarda nada. Salió en hombros junto a Fortes rodeado de una multitud de jóvenes.
Fuente; (https://www.facebook.com/arocarey)
Plaza de toros de Málaga.
Corrida Picassiana 2025.
Lleno de ‘No hay billetes’.
Toros de Álvaro Núñez.
FORTES, ovación tras aviso y dos orejas.
JUAN ORTEGA, silencio y oreja tras aviso.
ANDRES ROCA REY, dos orejas y ovación tras aviso.
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