miércoles, 20 de julio de 2016

Andres Roca Rey, el torero del que todos te hablan









Por: El Mundo




A Cuartango le ha llegado el rumor del terremoto, y quiere saber más. A Pedro le han hablado de
Roca Rey, y quiere conocer quién es ese chico del Perú. El director de EL MUNDO sale de su despacho, le estrecha la mano en la redacción y le suelta lo que le han contado en la cena de la noche anterior: «Me han dicho que eres un fenómeno». Y esto es muy importante, que el nombre de un torero suene ya fuera de los endogámicos círculos taurinos. Andrés, a sus 19 años y uno escaso de alternativa (Nimes, 19/09/2015), ha traspasado la frontera. ¿Quién es Roca Rey? Su compatriota, nuestro compañero, Martín Mucha, escribió en abril en EL MUNDO una magnífica pieza de buceo en sus orígenes: «Roca Rey (21 de octubre de 1996), limeño de Miraflores, fino, 183 cm de estatura, 19 años y rostro de Julius. Entramos en su mundo. Le decían de chico El Andi. Como el personaje de la novela del peruano Bryce Echenique (Un mundo para Julius), Roca Rey viene de una familia de abolengo. También estudió en un colegio católico, el Carmelitas de la calle Benavides. Su padre se llama Fernando Roca Rey Müller y su madre, María Mercedes Valdez. Él le decía que sí a los toros. Lo lleva en la sangre. En su familia hay ganaderos de toros bravos desde comienzos del siglo pasado. Su abuelo fue gestor de la plaza de toros de Acho, la más antigua de América. Uno de sus tíos es viceministro de Patrimonio Cultural. Incluso hay quien señala que está emparentado con Emilio Adolfo Westphalen, reputado poeta peruano». ¿Y cómo un joven de cómoda cuna y exquisita educación es capaz de jugarse la vida no al uso manido de todos los toreros, sino del modo desatado que se ha visto en Pamplona? Un valor de escalofrío sustenta todo el proyecto y la proyección de Roca Rey. Pero no sólo. Hay un carisma en su mirada no descriptible, un algo que los públicos perciben cuando sale de la cara del toro sin cambiar el gesto. Las balas silbaban por sus muslos en la batalla de San Fermín, en la guerra de San Isidro, en el incendio de Fallas, y no pestañeó un músculo; tampoco le tiembla el pulso cuando tutea a las figuras consagradas. La suerte la ha puesto él cuando los toros no han embestido. Y cuando lo han hecho, las menos veces, habita en su concepto un sentido largo, templado y poderoso del toreo. La variada tauromaquia -pases cambiados, espaldinas, arrucinas, en terrenos y distancias inverosímiles- que lo adorna prende en las masas y se critica entre los más ortodoxos. Y su espada es de coloso.A vuelapluma, éste es Roca Rey, Pedro, el torero del que todos te hablan, el terremoto que vino del Perú.



http://www.elmundo.es/cultura/2016/07/20/578f6416468aeb1c5c8b45d5.html

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