sábado, 11 de octubre de 2025

Un video del recuerdo de los acontesimientos entre los años 1986 y 1992

 


La tauromaquia entre 1986 y 1992 fue una época dorada, marcada por el talento de figuras inolvidables que dejaron huella en la historia del arte taurino. Recuerdo aquellos días en los que El Cordobés, con su carisma inigualable, deslumbraba no solo en la plaza, sino en cada rincón de España. Su estilo único y su conexión con el público eran un espectáculo en sí mismo.


Joselito Arroyo, otro nombre que resonaba con fuerza, aportó a la tauromaquia un aire de elegancia y profundidad. Sus faenas eran lecciones magistrales, donde cada muletazo contaba una historia. Junto a ellos, figuras como Rafael de Paula y Ortega Cano también brillaban, cada uno con su sello personal y su capacidad para robar suspiros en la audiencia.


En este contexto, no podemos olvidar al joven Enrique Ponce, quien comenzaba a despuntar con una madurez sorprendente para su edad. Su técnica depurada y su gracia innata lo posicionaron rápidamente como uno de los mejores de su generación.

Recordar esos años es revivir la pasión y el arte que envolvían las plazas, donde los toreros no solo lidiaban con toros, sino también con la emoción de un público entregado. La tauromaquia en esta época más que un deporte; fue un arte que nos unió a todos, llenando nuestras vidas de recuerdos imborrables.



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